En Colombia, hay caminos invisibles a los ojos del Estado, pero profundamente marcados en la memoria de los pueblos indígenas, afrocolombianos y Rrom. El multimedia Corredores estratégicos del conflicto armado en los territorios étnicos, publicado por la Comisión de la Verdad, recorre precisamente estos trayectos donde la violencia no solo fue constante, sino estratégica.
A lo largo de 17 corredores —de la Amazonía al Pacífico, del Catatumbo al Darién—, se desplegó una guerra por el control de territorios vitales para el narcotráfico, la minería ilegal, el contrabando y la apropiación de recursos naturales. Pero esos mismos corredores son hogar ancestral de pueblos que han vivido allí desde mucho antes de que comenzaran los combates.
El informe revela cómo los grupos armados, legales e ilegales, utilizaron estos corredores para mover tropas, armas, cocaína, oro y dinero. Lo hicieron a costa del desplazamiento masivo de comunidades, de la ruptura del tejido social, de la siembra del miedo. Pero también a costa del silencio institucional. La ausencia del Estado, la falta de reconocimiento a los derechos colectivos, y la criminalización de las formas de organización étnica crearon un caldo de cultivo para que la guerra echara raíces.
Y sin embargo, en medio del horror, estos pueblos resistieron. No solo con machetes o bastones de mando, sino con palabras, rituales, mapas comunitarios, asambleas y guardianes del territorio. Los corredores que una vez sirvieron al conflicto pueden convertirse, si el país lo decide, en rutas de paz. La Comisión propone que estos territorios sean prioridad en las políticas de paz, reparación y restitución, que se fortalezcan sus formas de gobierno propio y que se reconozcan sus saberes como parte esencial de un país que quiere reconciliarse.
Fuente de la información: Informe de la Comisión de la Verdad hoy